jueves, 18 de octubre de 2007

LEYENDA

"EL JINETE FANTASMA"
La leyenda algunos la narran bajo un aspecto magi-cómico, dentro de ellos el Sr. Francisco Villoslado, me ha transmitido lo que sigue: Una noche varios amigos de Cascas estaban coqueando un difunto, había por ese entonces un hombre que se jactaba de ser muy valiente. los demás conversaban de hechos espeluznantes y macabros, acaecidos en la encañada, siendo el velorio un momento propicio, para tales narraciones, uno de los cortertulios dirigiéndose a Don Sergio Rodríguez, que así se llamaba el guapetón, le decía, "oye Sergio, yo si que no he bailado en la piedra larga", lo que equivalía a decir, que él nunca había pasado por ahí porque era creencia común, de quién atravesaba por este lugar, para que tenga felicidad y no halle algún contratiempo, debería dar un baile en la piedra larga y colocar una cruz de palitos en una de las rocas de este sitio. Don Sergio que era burlón y muy amigos de fanfarronadas, hizo mofa del jinete fantasma, que afirmaban varios cortertulios, se había aparecido a muchas personas y que inclusive habían muerto de una fuerte impresión algunos de ellos.
No faltos quien hizo una apuesta para que se diera crédito a sus afirmaciones con Don Sergio, diciéndole:"Compadre, van dos mil tacos", que Usted no pasa a altas horas de la noche por la encañada, todos los presentes aprobaron la apuesta y el valentón de Don Sergio, utilizando su caballo, se disponía a salir a la una de la mañana, para hacer gala de su bravura, y que él jamás se aminalaba por fantasmitas. Al empezar a rayar la aurora, más o menos a las 4 horas y minutos pasaba por la encañada, cuando recién empezaban los débiles hilos de la aurora a desmanejar el ovillo de la claridad. ¿cual no sería el miedo? que siente su poncho estirado, que parecía lo jalaban violentamente de una de sus puntas. Entonces comenzó a rezar a todos los santos de su devoción, diciéndose para sus adentros. El jinete fantasma ya está sentado sobre mi cabalgadura , atolondrado por tal pánico, no se movía ni un poquitín, temiendo incomodar al jinete fantasma. Estando muy cerca de Ascope y cuando la blancura del alba disipaba el negro manto de la noche, volteándose para ver que el fantasma estaba sobre su cabalgadura, con una lisura de las más sonoras le increpa que se baje de su bestia, pero no ve nada y recién se da cuenta, que la punta de su poncho se había incrustado sobre la baticola de su cabalgadura, echándose una carcajada y queriéndose jalar las orejas, tarde se da cuenta que su temor había sido irracional.
Extraído de : www.deperu.com
VÁSQUEZ AVILA, Leny Edith

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